Son muchas las teorías que seguro has escuchado acerca de la grasa del jamón y cuando has ido a comerte una loncha te has preguntado, la grasa ¿sí o no?
Al referirnos a la grasa, lo hacemos sobre una de las mejores cualidades del producto. Aunque sean muchas las versiones sobre ello, debemos tener en cuenta que aporta sabor, textura y por supuesto aromas al jamón.
Es muy importante que distingamos los diferentes tipos que nos encontramos desde el primer momento que tenemos delante un jamón ibérico.
A primera vista y rodeando el jamón encontramos la grasa exterior, la que cubre la carne. Sabrás de cual estamos hablando por su color amarillento y que por supuesto, no es comestible. A la hora de hablar de la cantidad, encontraremos diferencias dependiendo de la alimentación que ha tenido el cerdo.
¿Qué sabemos de la grasa del jamón que vemos en las lonchas?
Por otro lado, tenemos la grasa que encontramos dentro del propio músculo y la que nosotros comemos. Este tipo de grasa le aporta al jamón aspectos tan importantes como el brillo, ese veteado que tanto nos llama la atención o la jugosidad.
Si nos centramos en esta, la cual acabamos comiendo en cada loncha, tenemos que notar en cada bocado que nos genera una sensación agradable. Para nada el hecho de comérnosla debe parecernos tosco, si no todo lo contrario, ya que el sabor final de la locha de jamón también viene determinado por la grasa.
Al igual que con la grasa exterior, la que encontramos en el interior, tiene diferentes condiciones dependiendo del tipo de alimentación del cerdo.
En el caso del Jamón Ibérico de Bellota tiene una textura suave. El hecho de la alimentación con bellota del animal, así como los kilómetros que el cerdo camina para encontrar el alimento, hacen que la grasa se infiltre en la carne. Esto lo vemos materializado en el veteado de cada loncha de Jamón Ibérico de Bellota.
Llegados a este punto te habrás preguntado, ¿y qué pasa con el colesterol?
En la grasa del Jamón Ibérico de Bellota encontramos entre un 55 y un 60% de ácido oleico, lo que influye directamente en sobre el colesterol bueno, aumentándolo, y reduciendo el malo.
Ahora sí, ve a la cocina, mira tu Jamón Faustino Prieto y disfruta de un platito.
¡Buen provecho!